Desde la mañana del 30 de abril s habían sentido sismos constantes en la zona y la mayoría de las abuelas comenzaron a presagiar el fin del mundo. No estaban acostumbradas a los temblores, por lo que no encontraron una mejor explicación para el fenómeno que la furia divina que pretendía castigar algún que otro pecado de cualquier hijo de vecino. La madrugada del 2 de mayo, a las 0:30 hrs., una de las abuelas ensaya una plegaria por el perdón de los pecadores cuando un fuerte estruendo y una terrible sacudida despertó a la localidad completa. Cree que se trata de una manifestación del poder celestial, sale a la calle para ver la llegada del Mesías, y a pesar de que se queda en pie toda la noche, lo único que logra ver cuando sale el sol es una extensa mancha de humo que se aleja hacia el este. No había dudas. El Mesías no había llegado ni el volcán Chaitén estaba extinto como decían.
Ese mismo día el Estado dispuso la evacuación de los habitantes de la zona y la abuela de mi relato tomó uno de los primeros buses en dirección a Quellón. Otros partieron a Puerto Montt o a Castro. Personal del Ejército y de Carabineros trabajaron durante una semana en la evacuación de la zona de peligro. Solo podía trasladarse a la gente por tierra, puesto que la ceniza representaba un peligro inminente que podía influir en el correcto funcionamiento de los helicópteros. Un decreto de
No se registraron víctimas fatales, excepto una anciana de 92 años que murió mientras se la trasladaba a Quellón. Los más perjudicados fueron los 20.000 animales que se quedaron en la zona inhalando las tóxicas emanaciones del volcán. Entre ellos se contaban ovinos, equinos, perros y gatos.
La acumulación de cenizas, piedra pómez, el derretimiento de los hielos producido por la lava del volcán, originó la crecida del río Blanco, el cual cambió completamente su cauce. Ahora ha ingresado a la ciudad partiéndola en dos, y en su paso destruyó más de quinientas casas.
El gobierno ha declarado a Chaitén inhabitable y se planea reconstruir la ciudad en un lugar alternativo. El daño que han sufrido los terrenos agrícolas no se reparará en un plazo menor a los dos años, señalaron las autoridades.
Si hubiera venido hace cinco meses a Chaitén, seguramente podría caminar por su Plaza de Armas sin tener que oír el estrepitoso ruido de las retroexcavadoras que trabajan para despejar los caminos.
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